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Historia

Palos de la Frontera es mundialmente conocida como la Cuna del Descubrimiento de América, constituyendo un lugar inmejorable para sumergirse en la gran hazaña que supuso el Descubrimiento del Nuevo Mundo. Un paseo a través de ella, se convierte en un verdadero paseo por la historia de dos mundos: Europa y América. Por todo ello, hablar de Palos de la Frontera es hablar de Cristóbal Colón y del Descubrimiento de América, acontecimiento que ha constituido uno de los hechos históricos más relevantes de la Historia de la Humanidad. Desde Palos de la Frontera partió Cristóbal Colón el 3 de Agosto de 1492 con el objetivo de buscar una nueva ruta para llegar a las Indias. En tres embarcaciones, una nao y dos carabelas, viajaron 90 valerosos hombres, que capitaneados por Colón y por los hermanos Martín Alonso Pinzón y Vicente Yáñez Pinzón, descubrieron el 12 de Octubre de 1492, sin saberlo, un nuevo continente: América. Palos de la Frontera se encuentra repleta de monumentos relacionados con el Descubrimiento de América, entre los que destacan la Casa de los Hermanos Pinzón, la Escultura de Martín Alonso Pinzón, la Iglesia San Jorge, la Casa de la Misericordia, actual Museo Naval o la Fontanilla.
El 2 de Marzo de 1967, se declaró conjunto histórico-artístico a los “Lugares Colombinos” onubenses.

LOS ORÍGENES

Los orígenes de Palos de la Frontera se remontan al Paleolítico Superior y su nombre proviene del vocablo romano PALUS-PALUDI, que significa laguna. Diversos han sido los pobladores de Palos de la Frontera: desde los tartesios, pasando por los romanos, visigodos y musulmanes. Sin embargo, no se puede considerar su fundación como tal hasta el año 1322, cuando Alfonso XI de Castilla le dona a los nobles Don Alfonso Carro y a Doña Berenguela Gómez dichas tierras, separándolas del reino de Niebla. En 1379, Juan I volvió a entregarlo a D. Álvar Pérez de Guzmán, verdadero padre y fundador de la villa palerma, que se ocupó de repoblarla con 50 familias y de mejorar su producción agrícola.

SIGLO XV

Es en el siglo XV cuando Palos de la Frontera protagoniza un gran desarrollo demográfico y económico gracias a su gran actividad marítima comercial con Europa y África. Los marinos palermos contaban con una gran experiencia y eso hacía que las expediciones castellanas contaran con ellos, puesto que su prestigio era reconocido internacionalmente. La época dorada de Palos fue la década de 1470-1479, cuando la disputa sucesoria entre Juana la Beltraneja e Isabel la Católica desembocó en una guerra peninsular entre Castilla y Portugal. Ello supuso para Palos el respaldo real de sus incursiones a la Guinea y, en definitiva, para disputarle a los portugueses, rivales en la expansión oceánica, sus recién adquiridas colonias. Pero llegó la Paz de Alcáçovas (1479), por la cual los Reyes Católicos cedieron todos los derechos sobre mares y tierras atlántico-africanas, excepto Canarias, a Portugal. Los marinos palermos se veían así desposeídos de unas zonas pesqueras y comerciales esenciales para su subsistencia y sobre las que, con tantos esfuerzos, se habían afianzado. Los palermos hubieron, por una cuestión de supervivencia, de desobedecer lo pactado por sus Reyes y Portugal. Sus incursiones a Guinea, antaño alabadas, fueron entonces delictivas y objeto de castigo. Por una de estas incursiones fueron los palermos condenados a servir a la Corona durante dos meses, con dos carabelas aparejadas a su costa, Pinta y Niña. El 30 de Abril de 1492, los Reyes ordenaron que esas naves se pusieran al servicio de Colón: era la Real Provisión. La corona reducía así los gastos de la expedición y vinculaba a ella a los bravos y expertos marinos de Palos, los más aptos, según creencia general de la época, para realizar una empresa de tal envergadura. Además los Reyes, para que no existiera la menos duda del carácter real de la expedición, quisieron que las naves partieran de un puerto realengo. Para ello adquirieron, a finales de junio de 1492, la mitad de la villa de Palos perteneciente a los Condes de Cifuentes por 16.400.000 maravedíes. La otra mitad era, en su mayor parte (5/12) del Conde de Miranda, por herencia desde Álvar Pérez. Y el dozavo (1/12) restante pertenecía al Duque de Medina Sidonia.

CUNA DEL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA

       Todos estos hechos influyeron para que el 3 de Agosto de 1492 partieron del Puerto de Palos las tres Carabelas al mando del Almirante Cristóbal Colón, acompañado de los Hermanos Pinzón. De esta forma, Palos de la Frontera ha quedado siempre unida a la historia del Descubrimiento y a la gran gesta que supuso, convirtiéndola desde entonces en la “Cuna del Descubrimiento de América“.

       Desde el Monasterio de la Rábida, lugar protagonista en la hazaña descubridora, fueron Fray Juan Pérez y Fray Antonio Marchena, frailes franciscanos, quienes pusieron en contacto a Cristóbal Colón y a Martín Alonso Pinzón. En su Convento de la Rábida, Colón encontró hospitalidad, comprensión y apoyo. Cuando su ánimo desfallecía, los franciscanos intercedieron por él en la Corte y le pusieron en contacto con los marinos palermos. Los frailes conocían bien la audacia y pericia de estos navegantes, devotos de Santa María de La Rábida, a la que ellos llamaban Virgen de los Milagros. Colón, gracias a las Capitulaciones de Santa Fe (Granada), ya contaba con el apoyo económico de los Reyes Católicos para su expedición a Las Indias por Occidente. Cuando el 23 de Mayo de 1492 se leyó a los vecinos de Palos, convocados ante la Iglesia de San Jorge, la Real Provisión por la cual se les ordenaba entregar dos Carabelas a Colón y partir con él en el viaje que iba a realizar por mandato de Sus Altezas, la villa acata la decisión real pero no la cumple. Los palermos no estaban dispuestos a embarcarse en tan gran aventura con un desconocido sin prestigio. Esa era la situación cuando Martín Alonso Pinzón regresó de Roma de uno de sus habituales viajes comerciales. Era un hombre pudiente, diestro en el arte de navegar y de gran prestigio en la comarca. En definitiva, Pinzón poseía los atributos de los que Colón carecía presentándose, por tanto, como el complemento ideal del futuro Almirante para realizar la expedición, siendo Vázquez de le Frontera, viejo marino de la villa muy respetado por su experiencia, y amigo de Martín Alonso, el que influyó de manera importante para que Pinzón se decidiera a apoyar la empresa. Así, a La Pinta y a La Niña, se le unió una nao, La Gallega, rebautizada como Santa María, propiedad de Juan de la Cosa y capitaneada por Colón. La Pinta quedó bajo las órdenes de Martín Alonso Pinzón, mientras que un tercer hermano, Vicente Yáñez Pinzón iría al frente de la Niña.

LA PARTIDA

La expedición partió del Puerto de Palos el 3 de Agosto de 1492 con rumbo a las Canarias que, según los cálculos de Colón, se encontraba en la misma latitud que Cipango. El 9 de agosto llegaron a Gran Canaria, donde se reparó el timón de La Pinta y se cambió el velamen de La Niña. El 6 de septiembre Colón reanudó su travesía adentrándose en el océano. Delante iba La Pinta, que era la más rápida de las tres. ¡¡¡TIERRA!!! Fue la mañana del 12 de octubre de 1492, cuando el vigía de La Pinta, Juan Rodríguez Bermejo, más conocido como Rodrigo de Triana, divisó tierra, una islita a la que los indígenas llamaban Guanahani y que Colón bautizó como San Salvador. La noche del 24 de diciembre la nao Santa María encalló en unos arrecifes. Ante la imposibilidad de poner a flote la embarcación, la tripulación se trasladó a La Niña. Con los restos de la Santa María construyeron un fuerte que, por la fecha, recibió el nombre de Fuerte Navidad.

EL REGRESO

En el mes de enero de 1493 emprenden el regreso a Europa y el 15 de marzo llega al Puerto de Palos La Niña, su entrada fue triunfal. Pocas horas después llegó La Pinta. Martín Alonso Pinzón venía enfermo muriendo días después. Fue enterrado debajo del Altar Mayor del Monasterio de La Rábida con un hábito franciscano según su propia voluntad. Por todo ello, Palos de la Frontera cuenta con un gran patrimonio histórico y monumental que conmemora la hazaña descubridora.
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