Iglesia Parroquial de San Jorge Mártir
La iglesia parroquial de San Jorge Mártir fue declarada Monumento Nacional en 1931.
En la plaza de esta iglesia fue el lugar donde, en mayo de 1492, reunido el Cabildo y los vecinos “a toque de campana”, se dio lectura a la Real Pragmática que ordenaba al pueblo de Palos la entrega de dos carabelas a Cristóbal Colón y solicitaba el reclutamiento de los marinos palermos.
La iglesia está dedicada a San Jorge Mártir seguramente por la influencia inglesa, debido a las relaciones comerciales que los marinos de la localidad mantenían con los más importantes puertos europeos de la época, entre ellos Inglaterra. Es sabida la difusión que dio la Casa Real inglesa a este santo a través de las cruzadas o sus marinos.
El templo se construyó en una acrópolis en el flanco oriental del castillo, es una obra de estilo gótico-mudéjar cuyo núcleo principal debió ser construido por los Condes de Miranda a mediados del siglo XV, pero con toda probabilidad sobre una edificación más antigua del siglo XIV. Dicho núcleo está constituido por un cuerpo de tres naves, mudéjares de arcos apuntados, pero diferenciado de su cabecera de estilo gótica. En esta parte gótica destaca la belleza de su bóveda de crucería. El conjunto de la iglesia no parece ser resultado de un proyecto, sino que es quizá una evolución fruto del azar, pues si bien conserva el cuerpo de un templo antiguo, su cabecera parece el inicio de lo que hubiera sido un rico templo gótico tardío, que sustituiría al mudéjar anterior, si no se hubieran parado las obras a comienzos del siglo XVI tras el descubrimiento de América, debido principalmente a que la población local emigró, sobre todo a tierras americanas, quedando la población local muy disminuida, lo cual propició el descenso de la economía y la mano de obra, quedando el templo sin terminar y con la actual mezcla de estilos gótico-mudéjar.
El templo consta de dos grandes portadas, la puerta principal, llamada también Puerta de América, es toda de piedra y está enmarcada por dos estribos. Aunque tiene cierto aire románico, es obra gótica de comienzos del siglo XV.
La puerta del lado septentrional, conocida como “Puerta de los Novios”, es una obra de arte del mudéjar, también del siglo XV, pero de fecha más avanzada que la principal. Es un trabajo almohade de ladrillo a dos colores, rojo y amarillo y preciosas labores de ornamentación geométrica. Es sin duda una de las zonas más bellas de la parroquia. Se denomina “de los novios” por la costumbre en nuestra parroquia de entrar las parejas que se van a casar por ella siendo aún novios, y saliendo por la principal una vez contraído matrimonio. Por esta puerta salieron Cristóbal Colón, los Pinzón y los marinos una vez que rezaron y recibieron los sacramentos, para embarcarse en la madrugada del 3 de agosto de 1492 rumbo al viaje descubridor.
La iglesia consta de tres naves mudéjares y una cabecera gótica. En la nave central podemos admirar el techo neomudéjar realizado por un carpintero local a finales del siglo XIX. En las naves laterales existen tres capillas.
Entrando por la puerta de los novios, en la nave del Evangelio, cuelga en el muro un cuadro de Cristo abrazado a la cruz, como aceptación de la voluntad divina datable hacia 1620.
A continuación, se adosa una qubba funeraria, también mudéjar. Tiene planta rectangular y bóveda ochavada sobre trompas. La leyenda de la imposta, textualmente dice así: “EN EL NOMBRE DE LA SANTA [Trinidad] ESTA CAPILLA […] PARA SUS ENTERRAMIENTOS [Y] DE LOS QUE DE ELLOS PROCEDIEREN EN EL AÑO DE MIL QUINIENTOS […]”. En el centro del pavimento hay una lauda sepulcral de mármol blanco, procedente de la capilla contigua, que reza así: “AQUÍ YACE SEPULTADO CHRISTOVAL JURADO PRIETO, COMISARIO DEL SANTO OFICIO. AÑO 1605”. Sabido es que dicho licenciado fue quien fundó en la parroquial de Palos una capellanía en 1590 por orden de su hermano, Juan Jurado, residente en las India.
Actualmente está dedicada al patrón San Jorge Mártir y en ella se encuentra la actual imagen de nuestro santo patrón, realizada por José Luis Rosado en el año 2001. En la hornacina del paramento lateral derecho se expone una efigie de Santa Ana Maestra. Este valioso relieve de alabastro sin policromar de 84 cm, es una obra anónima del siglo XV. Debajo del referido relieve medieval hay un grupo escultórico, en barro cocido y policromado, que representa a José y a María adorando al pequeño Jesús. El misterio, al que le falta la figurita infantil original, se cataloga como obra del círculo de Cristóbal Ramos hacia 1800. Fue donado a esta parroquial, en 1958, por fray Serafín Ruiz Castroviejo, padre guardián del monasterio de Santa María de la Rábida. Procede de la colección particular de don Ignacio de Cepeda, vizconde de La Palma del Condado, quien lo regaló pocos años antes al entonces guardián del citado cenobio franciscano, fray Genaro Prieto.
A continuación, la capilla de San Cereal y San Getulio abre directamente al crucero. Su planta cuadrangular se cubre con bóveda semiesférica sobre pechinas. Las dos pechinas frontales ostentan en sus vértices inferiores sendas esculturillas pétreas de ángeles músicos. La bóveda se enriquece con yeserías protobarrocas que favorecen la acústica y despliegan una decoración geométrica de placa. Bajo el pavimento hay una cripta a la que se ingresa por un hueco, hoy bien solado, que, hasta 1973, estuvo sellado por la citada losa de mármol de Cristóbal Jurado Prieto, fechada en 1605. En su interior hay un retablo de azulejería con dos vistosos paños de azulejos polícromos del siglo XVII que efigian a los compañeros mártires San Cereal y San Getulio. Ambos personajes, de pie, visten túnica talar y amplio manto. Portan sendos libros abiertos. En sus gargantas sangrantes conservan los cuchillos, como atributos de su degollación. Y se identifican con exactitud porque en sus respectivos halos de santidad se lee el nombre de cada uno. En esta capilla recibió culto la Virgen de los Milagros, patrona de Palos de la Frontera, durante sus repetidas y forzadas ausencias del monasterio de La Rábida. En ella, ante la referida efigie mariana, obra anónima del núcleo pirenaico franco-catalán del segundo tercio del siglo XIV, oyeron misa los aviadores del “Plus Ultra”, en la mañana del 22 de enero de 1926, antes de emprender el histórico y memorable vuelo Palos-Buenos Aires a través del océano.
De hacia 1770 es la pintura mexicana de la Virgen de Guadalupe, que preside la nave lateral del Evangelio. María, con su consabida indumentaria concepcionista, está rodeada por una vistosa orla con varias cartelas de rocalla.
En el Altar Mayor vemos por una parte unos frescos de la época de los reyes católicos: San Jorge en la parte alta central y en un lateral Santiago apóstol en la batalla de Clavijo. Del mismo estilo y época es el que se encuentra en la pared de la nave de la epístola, dedicado a la Coronación de la Virgen por ángeles. En la hornacina lateral de este Altar Mayor hay una imagen de Santa Ana con la Virgen niña a sus brazos realizada por Hernando de Uceda en 1561. Y finalmente una de las joyas de la parroquia, el Cristo de la Sangre, que preside este Altar Mayor, se considera que el autor es del círculo de Roque Balduque tallado a mediados del siglo XVI. Se trata de un crucificado ya fallecido, de gran realismo y fuerte expresión dramática. El Crucificado, es uno de los referentes de la escultura en madera policromada de la provincia de Huelva.
En la nave de la Epístola está la última de las capillas laterales. Esta es la capilla del Sagrario. Aparte del tabernáculo del Santísimo, se encuentran dos imágenes que procesionan en nuestra Semana Santa; Nuestro Padre Jesús Nazareno, obra anónima de aproximadamente el siglo XVIII y que fue donado a la parroquia en 1926 por el entonces párroco, José Díaz Gutiérrez. La otra imagen es Nuestra Señora de los Dolores, que es obra del artista sevillano José Rivera García del año 1939.
Sobre el muro del baptisterio se exponen dos cuadros del siglo XVIII. El primero representa a San Francisco de Paula extasiado ante la visión de dos querubines que portan un espejo oval. Es un óleo sobre lienzo de fines del Setecientos. Tan venerable personaje, arrodillado, se apoya sobre un bastón. El paisaje de fondo, paradisiaco, deja ver una peña rocosa y el mar en lontananza. La otra pintura puede fecharse hacia 1720. Se trata de San Francisco de Asís en actitud orante ante un crucifijo. Viste el hábito pardo de su orden. El paisaje naturalista de la escena acentúa el carácter devocional de la misma. Al parecer ambas telas fueron donadas, en 1922, por D. José Esquina.
Al fondo de la nave central, sobre el arco que accede al coro, en alto, se exponen los otros tres cuadros que, quizás, completen la donación realizada por el citado D. José Esquina. El primero efigia a San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús. Es un óleo sobre lienzo de la segunda mitad del siglo XVIII. Aparece vestido con sotana, faja y manteo negro y tocado con bonete. Porta un libro abierto, alusivo a los Ejercicios Espirituales que escribió, donde se lee: “AD MAIOREM DEI GLORIAN”. En el ángulo superior derecho aparece el emblema de la Orden. El segundo, también del siglo XVIII, escenifica el encuentro de Cristo con la santa mujer Verónica en la calle de la Amargura. El tercero, asimismo del Setecientos, reproduce a San Jerónimo penitente, arrodillado y semidesnudo, en el interior de una cueva.
En el interior del coro se conservan dos pinturas. La del Bautismo de Cristo, óleo sobre lienzo, es del Setecientos. Se inspira en el cuadro de Murillo del mismo tema que enriquece el retablo de la capilla bautismal de la catedral de Sevilla. La otra pintura sobre papel es obra del Ochocientos. En ella se muestra a la Virgen de los Milagros vestida al gusto barroco. Está orlada por las banderas americanas y a sus plantas aparecen las tres carabelas. Procede del monasterio rabideño.