Muelle de la Calzadilla
El muelle de la Calzadilla es un pequeño embarcadero construido en 1892 para la conmemoración del IV Centenario del Descubrimiento de América. Desde este lugar partió la histórica expedición del Vuelo del hidroavión Plus Ultra el 22 de enero de 1926, que hizo el recorrido Palos de la Frontera-Buenos Aires. A su regreso, el 5 de abril de 1926, la tripulación fue recibida por el rey Alfonso XIII.
Este emblemático muelle, estuvo operativo hasta finales de los años 60 siendo una arteria importante en la comunicación de Palos de la Frontera con Huelva y Punta Umbría, como muelle comercial y de transporte de pasajeros, hasta la inauguración del Puente Sifón o de Santa Eulalia, que unió Huelva con la localidad de Corrales y el puente que unió a La Rábida con La Punta del Sebo en 1969.
Las jábegas de Palos (barcos de origen fenicio, propulsados por una vela latina, muy veloces debido a su poca manga y calado, construidos artesanalmente por carpinteros de ribera a pie de playa, siguiendo la tradición transmitida de generación tras generación) fueron las primeras protagonistas de estas comunicaciones y alternaban la pesca con el transporte de tejas y ladrillos fabricados en unos hornos próximos al muelle, para las primeras construcciones que se hicieron en la playa de Punta Umbría, cercana por barco y al mismo tiempo, distante por tierra. Los barcos bajaban por el Tinto hasta la confluencia con el Odiel, para tomar rumbo a esa localidad través de los esteros bordeando la Isla de Saltés. También desde aquí se transportaban ladrillos y otros materiales de construcción a Huelva y a Cádiz.
Con el paso del tiempo, se fue desplazando a las jábegas por otro tipo de barcos menos ligeros y de más eslora y calado, propulsados también por una vela latina, que eran empleados para las mismas funciones, además del transporte de frutas, verduras y hortalizas a Huelva y Punta Umbría.
Junto al muelle, se construyó una pequeña lonja para alijar el pescado y las almejas que se pescaban en la ría y una garita para albergar a los Carabineros que controlaban la actividad comercial del muelle, así como el tránsito de pasajeros de las canoas de El Potaje y El Chino, que hacían la ruta Huelva-Palos. Desde este muelle operaba también, a modo de barca-taxi, la que fuera conocida como la “Barca del Sevilla” que se desplazaba a petición de los pasajeros a cualquier punto Huelva a través de los esteros.
Los barcos más asiduos al muelle eran: La Balandra, Giralda, Hermanos Toscano, La Niña de los Peines, El Mundo, Isabelita, El cachorro, El Leal, y un antiguo barco carbonero llamado Lola, propiedad de la empresa Conservas Tejero que solía hacer la ruta de Palos a Almería. El Lola fondeaba enfrente del muelle porque era un barco de mucha eslora y no había suficiente calado para atracar en él. Desde el muelle se hacía la carga en pequeñas embarcaciones. Algunos de los nombres de estos barcos respondían al sobrenombre por el que los propietarios eran conocidos en la localidad.
Para la carga y descarga de los barcos se utilizaba una zorrilla, una pequeña vagoneta basculante de tracción manual que rodaba por unos raíles desde la entrada al muelle hasta el mismo pantalán. Pero la zona preferida por la gran mayoría de los barcos para las cargas y descargas, era un entrante de agua en la marisma, llamado La Gavilla, junto a la zona de poniente del muelle que llegaba hasta tierra y era de fácil acceso. Los carros, tirados por mulas llegaban hasta allí cargados de tejas, ladrillos, grava y arena, extraída de los campos de Palos para las construcciones de Huelva y Punta Umbría. En La Gavilla había que entrar con la marea llena, y si no daba tiempo a cargar antes de que comenzara a decrecer, había que esperar de nuevo a que el agua llenara el entrante y salir ayudándose de una berlinga para despegar el barco del fango.
El estraperlo o mercado negro era una práctica generalizada por todos los españoles carentes de recursos económicos, que se veían obligados a cruzar la línea de la legalidad para poder subsistir. Para el resto de la gente la figura del estraperlista no era repudiada, sino entendida como algo cotidiano y necesario; incluso las autoridades miraban hacia otro lado, permitiendo aquella práctica. En Palos aún tienen muy fresco el recuerdo de aquellas estraperlistas que llegaban al Muelle de la Calzadilla cargadas de canastos de pescado para venderlo a los vecinos de Palos, o hacer un trueque por chícharos o habas. Las estraperlistas ponían su puesto en la esquina de la calle San José con las calles Rivera y Plus Ultra, donde se les agregaban personas de Palos que hacían de pregoneros a cambio de algunas brecas. Otra práctica que tenía como destino este embarcadero, era el contrabando del café de Portugal.
Este muelle, que se encontraba inaccesible desde hacía varios años por el deterioro del paso del tiempo, fue restaurado en 2019 por el Ayuntamiento de Palos de la Frontera, con el objeto de poner en valor uno de los atractivos turísticos más importantes de la localidad, dado su carácter histórico. El nuevo muelle tiene una pasarela de madera de 111 metros de largo y 2,5 de ancho y un embarcadero con dos escaleras laterales para el atraque.